
La dependencia emocional a menudo se origina en lo que se conoce como lealtades ciegas a nuestro sistema familiar. Estas lealtades pueden ser inconscientes y manifestarse en comportamientos y creencias que nos atan a patrones familiares, incluso si no nos benefician.
Estas lealtades pueden tener diferentes características y afectar nuestra vida de múltiples maneras. Algunas de estas características incluyen:
- Patrones repetitivos: Adoptar comportamientos y relaciones que reflejan las dinámicas familiares, manteniendo situaciones similares a las vividas por nuestros ancestros. Esto puede manifestarse en la elección de parejas, amistades y en la forma en que interactuamos en el ámbito laboral.
- Necesidad de pertenencia: Sentir que debemos alinearnos con los valores y creencias de nuestra familia para ser aceptados y queridos. Esta necesidad puede llevarnos a rechazar nuestras propias opiniones y deseos, prefiriendo complacer a los demás para sentirnos integrados.
- Autosacrificio: Colocar las necesidades de los demás, especialmente de la familia, por encima de las nuestras y perpetuando así un ciclo de dependencia y sacrificio. Este comportamiento puede resultar en la falta de atención a nuestro bienestar emocional y físico.
- Identificarnos con el sufrimiento: Creer que debemos compartir y cargar con el sufrimiento familiar para mantenernos conectados con nuestros ancestros. Esto puede llevarnos a asumir responsabilidades que no nos corresponden y a vivir en un estado de constante preocupación y estrés.
- Miedo a la independencia: Temor a destacar o diferenciarse del grupo familiar, lo que nos puede llevar a evitar el crecimiento personal y la autonomía. Este miedo puede resultar en la falta de confianza en nuestras capacidades y en la dependencia de la aprobación y el apoyo familiar para tomar decisiones.
- Lealtades competitivas: Sentir que debemos competir con otros miembros de la familia para demostrar nuestro valor y ganar reconocimiento. Esto puede generar tensiones y conflictos dentro del sistema familiar y afectar nuestras relaciones interpersonales fuera del núcleo familiar.
- Negación de la propia identidad: Reprimir aspectos de nuestra personalidad, talentos o intereses que no son aprobados por la familia. Esta negación puede limitar nuestro desarrollo personal y profesional, y mantenernos en un estado de insatisfacción y frustración.
Reconocer estas lealtades es fundamental para liberarnos de la dependencia emocional y poder vivir una vida más auténtica y satisfactoria. Si cada uno de nosotros adquiere la responsabilidad de sanar patrones y lealtades familiares que impiden nuestro desarrollo y la ampliación de nuestra conciencia, contribuimos al desarrollo del colectivo y de esta manera creamos una nueva conciencia para una nueva humanidad, para el servicio de todos entre todos a la vida.